Hace algunos años, no recuerdo bien el boletín, pero sería allá por el año 2002, el archivero de la Hermandad de la Amargura me propuso que escribiera un artículo sobre los diputados de sección en la cofradía de San Juan de la Palma, y la experiencia que un hermano siente en ese cometido.
Hoy, por diversos asuntos, traigo ese humilde artículo al blog:
DIPUTADO DE SAN JUAN DE LA PALMA
Cuando me propusieron escribir el presente artículo, con las experiencias como diputado del pasado Domingo de Ramos, se me vino a la memoria tantos y tantos hermanos que en el pasado dedicaron sus esfuerzos como diputados de sección a elevar la exquisitez tan aplaudida de nuestra cofradía. Y cómo no a los que ahora están, algunos anteriores diputados mayores de gobierno, y otros de reconocida experiencia.
De siempre me llamó la atención la elegante y seria figura del diputado de sección de nuestra cofradía de San Juan de la Palma, con su canastilla de plata y terciopelo al brazo y el porte característico de la túnica blanca. De siempre hemos sabido que un diputado va al servicio del hermano y mejor desarrollo de la estación de penitencia. Este año, por decisión de nuestro diputado mayor de gobierno, me tocó a mí ser el encargado de la segunda sección del paso de Virgen. Un privilegio y un compromiso para el mejor funcionamiento y desarrollo de la Estación de Penitencia. Esa ilusión y esa responsabilidad, que aun siendo escueta no está dispensada, me llevaba días atrás a componer en mi imaginación –con la ayuda de experimentados hermanos- la cofradía en la calle, los inconvenientes, las satisfacciones y todo el esfuerzo para el mejor desarrollo de la misma y de la sección asignada; teniendo en ella el compromiso prioritario, entre otros, de la mejor coordinación a la hora de alzar los cirios, por ser esta sección la primera de luz del paso de la Virgen; ya que, según cómo se desarrollase esto, influiría de alguna forma en los tramos siguientes.
Fueron unos días de preparación para este asunto, aunque sabíamos que en la calle daríamos paso al protagonismo incierto de la improvisación. Más tarde llegarían, con todos los diputados, los previos de reuniones y preparativos para conformar el perfeccionamiento de la cofradía, limando las posibles dificultades que pudiesen surgir, hasta tenerlo todo perfilado “sobre el papel”. Sabíamos que luego llegarían asuntos en el discurrir procesional que tendríamos que solventar sobre la marcha, pero la ilusión lo superaba todo y nos sentíamos capacitados para dicho trabajo, debido precisamente a esto.
A las cinco y media de la tarde del Domingo de Ramos, tras el saludo y rezo ante nuestros Titulares, comenzaba nuestro trabajo; con escasos hermanos en el templo y con la llegada paulatina de todos los demás. Luego, cada trabajo que planificamos en reuniones: turno de puerta, -para revisión de colas, relojes, anillos, etc.-; formación del tramo; instrucciones finales a los hermanos; todo lo que suponía la labor del diputado antes de la salida.
Una vez en la calle la cofradía marcharía con su cadencia habitual y característica, hasta que ocurrió el contratiempo sabido de la rotura de un varal del paso de la Virgen. Hecho este que nos obligó a separar lo máximo el cuerpo de nazarenos para que el Señor siguiese casi a su ritmo y no dejase atrás a la Virgen que se encontraba parada debido a la adversidad comentada.
Por lo demás, y ayudado por una perfecta planificación del Domingo de Ramos en la carrera oficial, siguió todo el discurrir de la forma que a todos nos ha evocado siempre la cofradía de San Juan de la Palma, ese ritmo andante pero sin prisa, con pocas pausas y permitiendo la zancada poderosa del paso de Nuestro Señor y aminorando ese compás para el paso de Nuestra Madre. Ese cometido le corresponde al diputado de sección, -ejecutando las directrices marcadas por el Diputado Mayor de Gobierno-, aplicando, mediante separaciones y uniones de parejas de nazarenos, la cadencia comentada de nuestro discurrir. En ello surge la colaboración estrecha entre el diputado y el nazareno, si bien este último es el que en menor medida debe preocuparse por esta forma de transitar la cofradía, ya que su mundo de abstracción y recogimiento le imposibilitan a ello.
Sin duda, la mayor alegría que un diputado de sección se puede llevar es la colaboración de todo su cuerpo de nazarenos, sintiendo además que sus hermanos lo tienen como un servidor de la cofradía y de ellos mismos, hecho este que gratifica enormemente, porque el afán sólo se dedica al mejor desarrollo de la Estación y no a recordar las normas de comportamiento del hermano en la calle. Además incita a gastarte al máximo en trabajo, primero por la cofradía, y segundo por ellos que también se esfuerzan en cumplir casi a la perfección. Esta era nuestra máxima en todo el tránsito, hasta que ya por Sor Ángela se vislumbró el éxito de todo el esfuerzo y la llegada a San Juan de la Palma supuso la alegría y las felicitaciones entre todos por la Estación cumplida.
¿Qué podemos pedirle a nuestro Domingo de Ramos ideal?. Todos soñamos siempre con ese día y con la blanca fila de nazarenos blancos recorriendo las calles con esa majestuosidad que durante tantos años ha alegrado los espíritus cofrades que añoran la Semana Santa ejemplar. Muchos factores nos han ayudado este año a prácticamente conseguirlo, sabemos que nunca llegaremos a esa perfección, pero nos queda el ánimo y el sentir de la esencia de la cofradía de San Juan de la Palma ofreciendo a la ciudad lo que a todos nos tiene acostumbrados.
Ha sido una experiencia que nos ha llenado de satisfacción al comprobar después que todo el esfuerzo, que no ha sido poco, todo el cansancio y todo el trabajo que hemos realizado han sido clave para que la cofradía haya discurrido de la forma que a todos nos tenía acostumbrado y a la ciudad le admira.
Desde aquí he de dar mi sentida enhorabuena a todos los que han hecho posible que La Amargura sea en la calle lo que es: diputado mayor, auxiliares, diputados de sección, nazarenos, acólitos, costaleros, todo lo que forma el cuerpo y el alma de la cofradía. Y en particular darle las gracias al diputado mayor de gobierno por haber depositado nuevamente en mí su confianza para desempeñar su labor.
Todo sea por el bien de la Hermandad, que al fin y al cabo es lo que más queremos y en donde gira nuestra vida cofrade.
Cuando me propusieron escribir el presente artículo, con las experiencias como diputado del pasado Domingo de Ramos, se me vino a la memoria tantos y tantos hermanos que en el pasado dedicaron sus esfuerzos como diputados de sección a elevar la exquisitez tan aplaudida de nuestra cofradía. Y cómo no a los que ahora están, algunos anteriores diputados mayores de gobierno, y otros de reconocida experiencia.
De siempre me llamó la atención la elegante y seria figura del diputado de sección de nuestra cofradía de San Juan de la Palma, con su canastilla de plata y terciopelo al brazo y el porte característico de la túnica blanca. De siempre hemos sabido que un diputado va al servicio del hermano y mejor desarrollo de la estación de penitencia. Este año, por decisión de nuestro diputado mayor de gobierno, me tocó a mí ser el encargado de la segunda sección del paso de Virgen. Un privilegio y un compromiso para el mejor funcionamiento y desarrollo de la Estación de Penitencia. Esa ilusión y esa responsabilidad, que aun siendo escueta no está dispensada, me llevaba días atrás a componer en mi imaginación –con la ayuda de experimentados hermanos- la cofradía en la calle, los inconvenientes, las satisfacciones y todo el esfuerzo para el mejor desarrollo de la misma y de la sección asignada; teniendo en ella el compromiso prioritario, entre otros, de la mejor coordinación a la hora de alzar los cirios, por ser esta sección la primera de luz del paso de la Virgen; ya que, según cómo se desarrollase esto, influiría de alguna forma en los tramos siguientes.
Fueron unos días de preparación para este asunto, aunque sabíamos que en la calle daríamos paso al protagonismo incierto de la improvisación. Más tarde llegarían, con todos los diputados, los previos de reuniones y preparativos para conformar el perfeccionamiento de la cofradía, limando las posibles dificultades que pudiesen surgir, hasta tenerlo todo perfilado “sobre el papel”. Sabíamos que luego llegarían asuntos en el discurrir procesional que tendríamos que solventar sobre la marcha, pero la ilusión lo superaba todo y nos sentíamos capacitados para dicho trabajo, debido precisamente a esto.
A las cinco y media de la tarde del Domingo de Ramos, tras el saludo y rezo ante nuestros Titulares, comenzaba nuestro trabajo; con escasos hermanos en el templo y con la llegada paulatina de todos los demás. Luego, cada trabajo que planificamos en reuniones: turno de puerta, -para revisión de colas, relojes, anillos, etc.-; formación del tramo; instrucciones finales a los hermanos; todo lo que suponía la labor del diputado antes de la salida.
Una vez en la calle la cofradía marcharía con su cadencia habitual y característica, hasta que ocurrió el contratiempo sabido de la rotura de un varal del paso de la Virgen. Hecho este que nos obligó a separar lo máximo el cuerpo de nazarenos para que el Señor siguiese casi a su ritmo y no dejase atrás a la Virgen que se encontraba parada debido a la adversidad comentada.
Por lo demás, y ayudado por una perfecta planificación del Domingo de Ramos en la carrera oficial, siguió todo el discurrir de la forma que a todos nos ha evocado siempre la cofradía de San Juan de la Palma, ese ritmo andante pero sin prisa, con pocas pausas y permitiendo la zancada poderosa del paso de Nuestro Señor y aminorando ese compás para el paso de Nuestra Madre. Ese cometido le corresponde al diputado de sección, -ejecutando las directrices marcadas por el Diputado Mayor de Gobierno-, aplicando, mediante separaciones y uniones de parejas de nazarenos, la cadencia comentada de nuestro discurrir. En ello surge la colaboración estrecha entre el diputado y el nazareno, si bien este último es el que en menor medida debe preocuparse por esta forma de transitar la cofradía, ya que su mundo de abstracción y recogimiento le imposibilitan a ello.
Sin duda, la mayor alegría que un diputado de sección se puede llevar es la colaboración de todo su cuerpo de nazarenos, sintiendo además que sus hermanos lo tienen como un servidor de la cofradía y de ellos mismos, hecho este que gratifica enormemente, porque el afán sólo se dedica al mejor desarrollo de la Estación y no a recordar las normas de comportamiento del hermano en la calle. Además incita a gastarte al máximo en trabajo, primero por la cofradía, y segundo por ellos que también se esfuerzan en cumplir casi a la perfección. Esta era nuestra máxima en todo el tránsito, hasta que ya por Sor Ángela se vislumbró el éxito de todo el esfuerzo y la llegada a San Juan de la Palma supuso la alegría y las felicitaciones entre todos por la Estación cumplida.
¿Qué podemos pedirle a nuestro Domingo de Ramos ideal?. Todos soñamos siempre con ese día y con la blanca fila de nazarenos blancos recorriendo las calles con esa majestuosidad que durante tantos años ha alegrado los espíritus cofrades que añoran la Semana Santa ejemplar. Muchos factores nos han ayudado este año a prácticamente conseguirlo, sabemos que nunca llegaremos a esa perfección, pero nos queda el ánimo y el sentir de la esencia de la cofradía de San Juan de la Palma ofreciendo a la ciudad lo que a todos nos tiene acostumbrados.
Ha sido una experiencia que nos ha llenado de satisfacción al comprobar después que todo el esfuerzo, que no ha sido poco, todo el cansancio y todo el trabajo que hemos realizado han sido clave para que la cofradía haya discurrido de la forma que a todos nos tenía acostumbrado y a la ciudad le admira.
Desde aquí he de dar mi sentida enhorabuena a todos los que han hecho posible que La Amargura sea en la calle lo que es: diputado mayor, auxiliares, diputados de sección, nazarenos, acólitos, costaleros, todo lo que forma el cuerpo y el alma de la cofradía. Y en particular darle las gracias al diputado mayor de gobierno por haber depositado nuevamente en mí su confianza para desempeñar su labor.
Todo sea por el bien de la Hermandad, que al fin y al cabo es lo que más queremos y en donde gira nuestra vida cofrade.
La fotografía muestra esa sección y a un servidor como diputado.
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