La encomienda une. La encomienda es esa distinción que une a los nazarenos y hermanos de San Juan de la Palma. Y la llevamos en el pecho, en un llavero diario, tras la visera de nuestro coche, en la pegatina bajo el cristal de la cómoda antigua. La encomienda nos recuerda cada día que nuestra alma está junto al Silencio, preparadas para ser consuelo de amarguras. La encomienda nos sitúa a los que somos de allí, allí. Porque, cada vez que nos la ponemos cada Domingo de Ramos, nos lleva a ese niño de 12 años que orgulloso caminaba tras su padre en fila india camino de San Juan de la Palma y al que deja de salir tras muchos años, al nazareno que deja su túnica planchada y la mira enfermo desde la cama y al que decide en su madurez que su cofradía realmente es aquella, la de San Juan de la Palma. Ay, San Juan de la Palma.
Nunca seremos capaces de entender todo el peso que guarda esa encomienda. Ese punto rojo sangre roto por la Cruz, siempre la Cruz, pero la Cruz “de San Juan”. Tantos y tantos años clavándose en Sevilla; tantos y tantos nazarenos que han pasado y pasarán clavándola en Sevilla.
Ese llevar la encomienda no es gratuito, no es llevarla porque sí. Es llevar San Juan de la Palma. Y San juan de la Palma también es gritar Caridad, y Sensibilidad, y Amor de un grupo de hermanos hacia los que lo necesitan.
Cada verano, de unos años a hoy, la encomienda vuelve a salir. No son nazarenos, son niños y vienen desde Bielorrusia, vienen a curarse con nuestra encomienda. Es cada verano, con los rigores del calor, con cualquier ánimo menos el de ponerse una túnica; aún así nuestra encomienda vuelve a salir. Y sale con el mismo sentido que cada Domingo de Ramos. Sale con alegría, cariño y amor. Cada verano sale La Amargura sin amarguras y sin silencios.
Bravo por mis hermanos que trabajan para hacer posible que, también en verano, sea Domingo de Ramos.
Nunca seremos capaces de entender todo el peso que guarda esa encomienda. Ese punto rojo sangre roto por la Cruz, siempre la Cruz, pero la Cruz “de San Juan”. Tantos y tantos años clavándose en Sevilla; tantos y tantos nazarenos que han pasado y pasarán clavándola en Sevilla.
Ese llevar la encomienda no es gratuito, no es llevarla porque sí. Es llevar San Juan de la Palma. Y San juan de la Palma también es gritar Caridad, y Sensibilidad, y Amor de un grupo de hermanos hacia los que lo necesitan.
Cada verano, de unos años a hoy, la encomienda vuelve a salir. No son nazarenos, son niños y vienen desde Bielorrusia, vienen a curarse con nuestra encomienda. Es cada verano, con los rigores del calor, con cualquier ánimo menos el de ponerse una túnica; aún así nuestra encomienda vuelve a salir. Y sale con el mismo sentido que cada Domingo de Ramos. Sale con alegría, cariño y amor. Cada verano sale La Amargura sin amarguras y sin silencios.
Bravo por mis hermanos que trabajan para hacer posible que, también en verano, sea Domingo de Ramos.
Fotografía nazarenos: blog amarguraysilencio.blogspot.com
Fotografías niños: Web Hermandad de la Amargura.
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