lunes, 12 de enero de 2009

Al hilo del cartel


Sirvan estas líneas, de antemano, para señalar que el cartel, para mi gusto, no está mal, poco me dice, pero no está mal. En eso acostumbra Huguet, a no dejar un milímetro cuadrado de soporte sin llenar; ya sea de gente, de palomas, de animales, de fuente, de azulejos, de detalles... (véase el altar de la Parroqua del Buen Aire). No lo estoy criticando, ojo. Me gusta el cartel, porque está muy bien pintado, aunque vuelva a indicar que no me dice nada.
En su columna, Antonio Burgos nos señala quién podría faltar en ese cartel:
"Huguet Pretel ha pintado una bulla pictórica. No seré de los que le critiquen por tal bulla, que recuerda las que Juan José Serrano Gómez componía en sus carteles de collages con fotos de Semana Santa, impresos en el huecograbado de Heraclio Fournier en Vitoria y hoy cotizadísimas piezas de coleccionista en la tienda del anticuario Félix, frente a la Puerta de San Miguel. Si lo critico es porque igual que Silvio el Rockero le decía al Loco de la Colina que a las torrijas de su mangazo les faltaba miel, señalo que al cartel «sin trincá» de Huguet Pretel le faltan muchas cosas y mucha gente de Semana Santa. Podía haberlas metido perfectamente. Total, donde comen tres, comen cuatro. Además de toda esa divina bulla, yo hubiera metido también, a saber:
Las chinas vendiendo sillitas plegables para ver las cofradías. Los miembros de las juntas que yo me sé en el bar que decir no quiero, despellejando evangélicamente a los de la otra candidatura, copa de balón en mano, que eso sí que es tela de la Pasión según Sevilla. Los de Urbanismo repartiendo sus tradicionales subvenciones del PER Cofradiero. Un concejal que no cree en Dios y que defiende el aborto y la eutanasia, vestido de chaqué, presidiendo una cofradía, con un guardia municipal de gala a cada lado. Los 7.242 músicos que componen la banda que menos integrantes lleva, con su correspondiente banderín, vestidos todos de generales de opereta, porque a esta parte de la sociedad civil le encanta vestirse de militar. Tres políticos de Madrid, amigos de Javier Arenas, pintando la mona en cierto privilegiado balcón de determinada salida de la Madrugada. Un costalero con los ojos cegados por el costal que le tapa casi la nariz, con su Cristo serigrafiado por detrás, en la ropa amplísima que la cae bajo la morcilla. Una revirá buena, de las que duran por lo menos una hora u hora y media. Un capataz presumiendo del martillo que tantas puñalás traperas le costó coger, llevando al lado a 14 ayudantes, 25 auxiliares y 3 para irle a por tabaco. Los del Cecop con gualquitalqui, mandando poner vallas por las cuatro esquinas del cartel, para ordenar tanta bulla. Un consejero de penitencia en Las Lapas, largando de los de gloria. Y Rosamar vestida de mantilla en los palcos.
Pero al cartel le falta sobre todo lo principal. Lo más clásico y representativo de nuestra Semana Santa. ¡Qué fallo! ¿Se imaginan lo redondo y bien rematado que hubiera quedado el cartel con un agrupata de gallinero dando el ya tradicional grito de «¡Sinvergüenza!» al pregonero de turno?"


Yo os propongo aumentar esta lista. ¿Quién falta en el cartel?. ¿Qué personaje, cosa o momento "friki" falta en la Semana Santa de Sevilla que no se haya dicho ya?. A ver qué se os ocurre.


3 comentarios:

La verdad esta ahi fuera dijo...

Falta sin duda la bulla delante de una banda, haya paso o no. El tio de los globos, algun que otro cani por ahi suelto, ahhh y una rueda de calentitos (opcional tapper con torrijas o pestiños).

Edward dijo...

Falta la mujer que te dice que por ahi no se puede pasar que lleva dos horas esperando.

Dicho esto, no estoy para nada de acuerdo con el artículo de Burgos.

Un saludo en mi primera visita a tu blog. Repetiré seguro

Zapateiro dijo...

Yo sería un milagro que estuviera de acuerdo con Burgos porque están en las antípodas de mis ideas, en todo.

A mí el cartel me agobia, de tanto que ha querido poner. Claro que anuncia lo que viene, ¡como para no hacerlo! con tanto que ha puesto.

Pero como es buen dibujante parece que tiene que gustar a la fuerza. En fin, peores ha habido, claro.

Un saludo.